La ventana

El único objetivo por el cual una empresa
existe es para ganar dinero.

Hay muchos empresarios que en pleno siglo XXI lamentablemente siguen pensando de esa manera. Hay muchos empleados que trabajan en grandes empresas que piensan de esa manera.

Incluso en algunos libros de texto todavía podemos encontrar frases tales como: «Los gestores de las empresas deben tener como objetivo aumentar la rentabilidad de sus accionistas»

Mientras tanto, los que vivimos el día a día en el mundo de los negocios nos conmovemos y nos emocionamos hasta las lágrimas cuando alguien se asoma a la ventana del mundo que habitualmente no miramos y nos cuenta que «allá afuera» hay más hambre del que pensamos y ese día nos sensibilizamos  y le damos una moneda más al chico que nos pide por la calle.

Pero no nos sorprendemos, ni nos genera un poco de tristeza, cuando de manera contundente alguien afirma que el único fin de una empresa es generar dinero para sus dueños, porque si no sería una fundación sin fines de lucro.

Propongo que es necesario -y urgente- que empecemos a cambiar esa forma de pensar los negocios.

¿Esto quiere decir que las empresas no deben ganar dinero?
No quiere decir eso. Lo explico con el ejemplo que me dio un amigo. El dice que así como una persona necesita respirar para poder vivir, una empresa necesita ganar dinero para mantenerse sustentable y seguir existiendo, pero estoy seguro que ninguno de nosotros pensaría que el objetivo del ser humano es simplemente respirar. Y si así fuera sería muy triste la vida. Vivir solamente para respirar.
Es más interesante pensar que el objetivo de una empresa es generar valor para todos los que se relacionan con ella. Y no estoy diciendo lo mismo que antes. Esto quiere decir generar valor para sus dueños (accionistas), generar valor para sus empleados, generar valor para sus clientes y por supuesto, generar valor para la sociedad en la que está inmersa.

Una empresa es una mesa de 4 patas: clientes, empleados, los dueños y el entorno que la rodea. Si falta una de las patas, la mesa se cae.

Si para progresar, la empresa externaliza costos -hace que otros paguen los costos- la mesa se cae. Si explota a sus empleados o engaña a sus clientes para aumentar la rentabilidad, la mesa se cae. Si tira desechos y contamina el medio ambiente, la mesa se cae. Si no genera ganancias para los dueños, la mesa se cae.

En este punto, podemos hacer una reflexión más alrededor del objetivo de las empresas.

Las empresas en sí mismas no tienen ningún fin. Quienes tenemos un fin somos las personas que las formamos: sus dueños y empleados, que con nuestras acciones tratamos de alcanzar la felicidad.

En conclusión:

El objetivo próximo e inmediato de las empresas es producir bienes y servicios para generar ganancias, pero el fin último y más valioso es la realización plena de los que trabajan en ella y de todos los que se relacionan con ella.

Lo que voy a decir es obvio, pero no está de más aclararlo: No engañes a tus clientes ni a tus empleados. No te mandes «avivadas». No hagas que las personas que te rodean paguen los costos de tu ganancia.

Si todos los que hacemos negocios empezamos a ver nuestro mundo de esta manera, tal vez no falte mucho para que podamos asomarnos a la ventana del mundo que está «allá afuera» y ver que está cambiando.

Emitida en el programa «En Línea con Franco» por Radio Continental, el día 10 de octubre de 2009.
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Archivado bajo Columna, Etica, Liderazgo, Management, Responsabilidad Corporativa

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