Pensá por un segundo en alguna decisión de ese tipo que hayas tenido ultimamente. Esa que te generó un dilema, esa que no te dejó dormir bien por unos días, esa en la que dudaste si hacer lo que te pedía tu jefe o no, esa cuando no estabas seguro de pedir eso a tu equipo de trabajo, esa en la que tomaste la decisión pero después te dejo un sabor amargo.
Para esas decisiones hay una brújula.
En estos casos el norte no es el mismo para todos, así que la que tenés que seguir es TU brújula.
Después de algún tiempo de investigar sobre qué motiva a los empleados, sobre qué es lo que nos hace ir a trabajar todos los días y de confirmar que no hacemos esas cosas solamente por dinero, les presento una brújula que me gusta usar y que es común a muchas personas.
Como es muy abstracto pensar en valores, principios de actuación, códigos de convivencia, en los momentos de decisiones difìciles propongo una brújula de tres pruebas.
Primero, la prueba de la cámara oculta. Si esa reunión donde estás decidiendo con tu equipo este tema estuviera siendo grabada y posteriormente pasada por televisión, ¿qué creés que dirían quienes la vieran?
Segundo, la prueba del orgullo. De estas dos alternativas por las que tenés que optar, ¿cuál te va a hacer sentir más orgulloso?
Tercero, la que llamo la prueba de la mesa chica. Esto que estás por hacer, se lo podrías contar a tus amigos? ¿Y a tus hijos? ¿Qué pensarían ellos de vos si supieran que vos decidiste hacer eso?
En estas tres pruebas están representados los más lejanos, los más cercanos y vos mismo.
Si te gusta esta brújula usala y si no armate la tuya, pero cuando te toque la próxima decisión complicada y estés en la duda tomate un rato, consultá tu brújula y si te dice que no: no lo hagas y seguro que no te vas a equivocar.