Hace unos días participé en un interesante evento de degustación organizado por el club privado de vinos, Baco Club.
De manera muy entretenida, Alfredo Terzano -director de Baco – y las sommeliers del club nos ofrecieron 9 vinos de mercado para degustar, mientras nos enseñaban a evaluar las características de los vinos en una planilla (color, pureza, aroma, sabor…)
La degustación se realizó mediante lo que denominamos una «prueba a ciegas«, ya que los participantes no podíamos ver las etiquetas ni las marcas de los vinos que estábamos tomando.
Al finalizar la prueba, se armó un ranking de los vinos con la información recolectada de los puntajes que los participantes pusimos en las planillas.
Y ahí empezaron las sorpresas.
Vinos muy caros que quedaron relegados a los últimos lugares del ranking.
Vinos de marcas muy reconocidas que no lograron entrar en el podio.
El vino seleccionado como el tercero en el ranking cuesta una décima parte que el que quedó anteúltimo.
¿Hubiéramos evaluado igual a los vinos de la misma manera si hubiéramos conocido previamente sus precios y sus marcas?
Claro que no.
¿Y qué conclusiones de marketing podemos sacar de esta experiencia?
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Al otro día de publicar esta columna, en Puro Marketing salió esta nota; «Neuromarketing: Cómo el precio del vino puede influir en su sabor». Se las dejo porque complementa lo que conté en la columna.
http://www.puromarketing.com/44/16535/neuromarketing-como-precio-vino-puede-influir-sabor.html